El proyecto Anillo de Ciencias Sociales y Humanidades abordó las problemáticas de la marginalidad y la exclusión social en cuatro grupos diferentes, siendo uno de ellos el de los migrantes. La investigación consideró las representaciones mediáticas y las autorrepresentaciones de cada grupo, en cuatro ciudades de América Latina: Temuco, Valdivia, La Plata y Río de Janeiro. A continuación, presentaremos los principales hallazgos en relación a los migrantes.
ESTIGMAS MEDIÁTICOS Y SUBJETIVIDADES EXCLUIDAS. MÁS ALLÁ DEL MALESTAR
Según la OIT (2018a y 2020) la complejidad de la migración precarizada (incluidoslos flujos de refugiados) se ha expandido en la región abriendo un debate sobre “trabajo forzoso” y un enfoque centrando en derechos y mejoramiento de los marcos normativos. Muchos países de América Latina carecen de un diseño necesario para hacer frente a esta situación y ello ha provocado problemas de migración irregular e infantil (“niños en tránsito”, PNUD, 2020), infrautilización de las competencias, desajustes entre la oferta y la demanda de empleo, discriminación mediática, “subempleabilidad estructural”, aumento de las desigualdades, y anomalías contractuales en el régimen laboral. Según la OIT (2015) la puerta de entrada en la región para el inmigrante, entre los países que cuentan con un mayor peso de población en inmigración, hizo de ellos los mayores receptores de mujeres que se ocuparon inicialmente en el trabajo doméstico remunerado. Si no hay una buena gestión estatal, la migración laboral -en función de los países receptores-, se agudizan los déficits hacia el “trabajo decente”, abriendo brechas de exclusión para los trabajadores migrantes y sus familias. Todo este proceso también puede consumar una burocratización de los procesos de subcontratación, entre otras patologías por la “incertidumbre material” de la vida cotidiana. El hecho de que la migración laboral represente otro hito discriminatorio depende en gran medida del marco político-jurídico de los países de origen y destino, los relatos elitarios respecto a las “sociabilidades perceptivas” que cultivan los medios hegemónicos, el (des)conocimiento identitario-territorial de las regiones, las políticas públicas en diálogo con los grupos plurinacionales, colectivos étnico-raciales, pueblos originarios y las comunidades reclusas. En suma, la ascendente “movilidad humana” agravada por la Pandemia (Covid-19), comprende “dimensiones de género” que ha redundado en guías y manuales sobre “mujeres migrantes y medios de vida” (PNUD-OID-OIT, 2021). En suma, la migración precarizada juega un rol en la reproducción de los grupos dominantes, vulnerando derechos, precarizando las condiciones materiales de vida y consagrando un menú de estigmatizaciones desde el sistema de medios hegemónicos de la región.
Luego del Covid-19, y una profusa comunicación que hizo del miedo un “afecto político” donde el “establishment mediático” explotó la figura biosecuritaria de los sujetos del riesgo (“terrorismo virológico” bajo pandemia), la creciente informalización de la economía a raíz de los procesos de “desafiliación” o “inorganicidad” que genera el Teletrabajo -que posee una dimensión volitiva, cognitiva y perceptual- están referidos a un régimen material de reproducción de la vida donde se han violentado las prácticas laborales de los (as) trabajadores (as) abultando el excedente de plusvalía con cargo a la “fuerza laboral”. Aquí son varios los puntos críticos, esencialmente en el mundo de la micro-empresa que confirman los desafíos de campo para cruzar la cadena productiva, y generar una nueva carga epidemiológica, desde un enfoque de salud (Fundación NODO, 2020). El campo de la informalidad aumentó en el caso chileno llegando casi a un 55% de trabajadores por cuenta propia (CEPAL, 2022) y la “tasas de mortalidad” de la micro-empresa en Chile no se condicen con las movilidades de la modernización y las trayectorias de la sociedad del trabajo (80% de la pequeña empresa no alcanza a llegar a los 36 meses de vida útil en Chile, Equifax, 2018). Ello asociado a la relación entre entrada de un emprendimiento -servicios, subcontratación, auto empleos, comercio minoristas- al mercado laboral y salida en actividades que poseen diferencias sustantivas de productividad, rubro, venta, organización del trabajo. En suma, esto responde a una realidad cuyo dinamismo -dado el binomio entre informalidad y servicios de baja complejidad- conspira contra la contra la organización de un “marco comunicacional” que permita establecer una escala de tendencias estructurales respecto a la cadena de riesgos y violencias psicosociales que ello implica como exclusión de una multiplicidad de subjetividades (PNUD, 2022). Ello es también una posibilidad para que la comunicación política interrogue la tesis del emprendimiento y la osadía gestional. Así, una fracción importante del mercado laboral, está hoy con problemas de crecimiento (acceso a crédito, tecnologías, innovación, capital de trabajo) que se concentra en la lógica del indicador cuantitativo prescindiendo de las “interacciones simbólicas”. El trabajo como producción de sentido se ha visto agravado en el contexto del aceleracionismo de las plataformas y las diversas vías de sub-empleabilidad no son parte de la agenda comunicacional (“Inserción endeble”, Fundación SOL, 2022). La extrema informalidad del mundo del trabajo agudiza problemas de derechos y accesos, exacerba patologías en el campo de la salud mental (más allá de la biblioteca del malestar en el paradigma modernizador), calidad del empleo, relaciones filiales (familia), pagos diferidos, y problemas de relaciones humanas. Esto se refleja en múltiples aspectos, como en la precariedad que comprende analizar las relaciones premodernas de “lealtad”, “sobrevivencia”, y “patronazgos” que se dan en el marco de “unidades familiares” -subsistencia y subjetividad familiar- que han reclutado la mano de obra depreciada de la inmigración. La inmigración, para efectos del caso chileno se distribuye al interior de oleadas de distribución de trabajo informal donde el cambio cultural no puede ser comprendido por quienes padecen la disrupción en las condiciones de vida. Según el informe INE (agosto de 2022) las principales incidencias en el ascenso en doce meses de la población ocupada informal (14,8%), provinieron de ocupaciones elementales referidas al campo de servicios y comercios. Según el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo (VI EME, 2020), la mayoría de los informales (76,8%) indica que sus ganancias actuales como microemprendedor son menores a cuando eran asalariados.